viernes, 17 de diciembre de 2010

Esas cosas por las que jugarse, que le dicen

Qué raro es a veces llegar a conocer en profundidad los sueños, los anhelos del otro. Que en definitiva resultan ser la esencia del otro. Y que son pocos los que la dejan ver, son pocos.

No digo que esté mal, claro que no. Mucho menos quiero decir que yo sea uno de esos transparentes, aunque suelo intentarlo. Pero cuando uno siente que la persona que tiene enfrente, o mejor dicho, al lado, demuestra con hechos eso que mucho decimos querer con palabras, es escalofriante.

Y es escalofriante porque es bueno. Porque se trata de un voto de confianza, porque el tiempo corre. Y en estos tiempos, en los que corre el tiempo y suena el río, solemos creer que pocos son los que valen la pena. Y ni que lo diga, los que valen la pena son miles.

Sepa que aquellos que valen la pena no luchan para sobrevivir, luchan para hacer justicia. Son esos que a una le enseñan poquito a poco lo que es y lo que significa estar aquí, donde estoy.

Y esos de los que hablamos no son precisamente militantes full time. O no los que solemos llamar así. Son los docentes, los periodistas, los estudiantes, abogados, militantes, son señores y señoras que aman lo que hacen, aman estar donde están. Porque, de hecho, HACEN. Y nos lo hacen saber.

A esos que a mi me enseñan a vivir, los quiero con el alma.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Lo demás vendrá solito...

Qué sano es escribir, ¿verdad? Escribir en cualquier lado y situación. Tomarse el tiempo a veces, o quitarle tiempo a cositas menores, para escribir. Y canalizar. Canalizar iras, angustias, alegrías, insomnios, conmociones, emociones, sueños, utopías, nervios. Y canalizar. Que todo aquel que sea devoto de la escritura lo sabe, una puede caerse de sueño pero si tiene que decirse algo, decirte algo, no se duerme.

En cursiva, en imprenta, lápiz, lapicera, fibrón, pluma, cuaderno, hoja suelta, apunte, libro, boleto, servilleta. Escribir es un hábito que, creo y espero, no perderé nunca. Porque todo aquello que quiera decir y mi personalidad o mi entorno no me permitan, lo escribiré. Y algunos de mis textos serán publicados e intentarán ser comunicadores de ideas. Otros podrán ser leídos por unos pocos. Y otros, los más, serán releídos y reformados, o no, por mí dentro de unos años, meses, semanas, días.

Y traerán risas o llantos; pero seguro también recuerdos, nostalgias de tiempos lindos y feos, imágenes, sensaciones, olores. Y, creo, eso es lo más valioso de la escritura, lo que más me fascina. Transmitir a usted, o a mí misma, o a ambos. Generar una inquietud, una idea, un objetivo, una alegría y, si es necesario, una incomodidad. Esa incomodidad que genera el replanteo. De quién soy, por quiénes soy y por quiénes quiero ser. A quiénes quiero dejar ser

Y una se va perfeccionando con los años de escritura. Claramente no estoy diciendo que escriba mejor. Pero sí creo descubrir formas de escritura con las que me siento más cómoda. Sí formas con las que tal vez, creo, algún lector puede sentirse más cómodo. Verá usted, si no escribe, que lindo es escribir.

Y releer los primeros textos. Esos de mis 12 años, perdidamente enamorada. O los de los 14, increíblemente confundida pero también motivada. O los 16, a penas una hacedora de los sueños que algún día tendré suficiente coraje para cumplir. Y los 17, ensayísticos, experimentadores y expectantes de esa etapa nueva. Que me han ayudado a comprenderme en mis situaciones. Y viera usted todo lo que una aprende de una cuando escribe, todo lo que aprende a expresar sus emociones sin revelar aquello que no quiera, pero haciéndose comprender.

Cuando acompaña el mate, alguna comida, algún cigarrillo, algún tiempo. Ese traicionero pero anticipado tiempo. Alguna idea previa, como un boceto mental. Y hojas y lapicera. Que no se acaben, que no falten, que una se desespera y es capaz de escribir la pared limpita y bien pintada.

Hay que intentarlo, en los primeros textos seguramente canalizará pero tal vez no comunique. Y ahí, sobre la marcha, con tiempo y paciencia, empezará a sentirse una comunicadora, un comunicador. Esa es la gracia real de la escritura.

También tendrá oportunidad de recibir críticas, y créame que alguna -por constructiva o destructiva- le abrirá o romperá el corazón. Y en cualquiera de los dos casos habrá que empezar de nuevo, pero no de cero.

Y como si una cosa fuera la otra, escribir lo o la llevará a leer. Leerse primero a usted misma o mismo. Y después a otros y otras que escriban parecido. Y después a otros y otras que escriban distinto.

Y podrá robarse técnicas. Acortar o alargar párrafos y oraciones. Quitar y reponer conectores. Perfeccionar ortografía y gramática. También aprenderá a llegarle a quien conozca, y podrá decepcionar a unos cuantos, y tal vez, quién dice, se sentirá orgullosa u orgulloso de esas decepciones. Pero no vaya a creer que robar técnicas es malo. Porque cuando descubra las suyas propias y las vea en textos ajenos -salvando, claro, que sean fieles copias- se sentirá feliz y eficiente de su escritura.

Lo demás vendrá solito, y verá que es maravilloso.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Que quién adhiere a la política no represiva?

Cada vez me está costando más comprender. Al oficialismo.

¿Es que realmente hablan de este gobierno esos que dicen lo de la política no represiva? Porque a mí entender, este es un período terriblemente REPRESIVO y NEGADOR.

NEGADOR del gatillo fácil, de la trata de mujeres y niños para la explotación sexual, de la violencia de género, de la corrupción, de la criminalización de la pobreza y de la protesta, de los despidos, de los punteros, de la discriminación que sufren los pueblos originarios, de las desapariciones en democracia, de los policías genocidas (de este punto no sólo es negador, sino también reincorporador). Y el oficialismo, particularmente, es negador de la oposición de izquierda; con la que tengo muchísimas diferencias ya sabidas, pero es la que más me representa.

Yo estoy cansada de oír los clichés kirchneristas; que Nacional y Popular, que hacerle el juego a la derecha, que nos devolvieron la política. La política (lamentable por la situación y positivo por la resistencia) nos la devolvió la crisis del 2001.

Yo tengo cuatro cortos años de militancia y jamás me he sentido cuidada, respaldada, protegida, respetada por el gobierno. De hecho, en los últimos dos años, me he sentido, en varias ocasiones, amenazada e insegura, con un gobierno absolutamente ausente. No, me retracto, ausente no, presente y cómplice, encargado de encubrir y permitir la impunidad.

Estamos hablando del gobierno con más presos por luchar, del gobierno con más casos de gatillo fácil desde la democracia hasta ahora. Estamos hablando de un gobierno con SEISCIENTAS mujeres desaparecidas por año en las redes de trata. Y hablamos del mismo en el que cada 28hs muere una persona en manos de la policía.

Uno de sus gobernadores decretó estado de sitio por ocho días, otro ordenó la represión que asesinó a Fuentealba. El kirchnerismo asumió con el respaldo de uno de los asesinos políticos de Darío y Maxi, el otro es jefe de gabinete.

Y ahora se vienen las patrullas municipales.

Éste es el gobierno sin Luciano Arruga, sin Jorge López, sin Carlos Fuentealba, sin Mariano Ferreyra, sin Diego Bonefoi, sin Rubén Carballo, sin Fabián Gorosito, sin Diego Lucena y sin tantos otros...

A mí, el oficialismo, no me convence de NADA.