Hoy, una vez más, nos quisieron hacer creer,
nos quisieron recordar que somos la peor basura. Que somos la basura que junta
enfermedades, bichos, ratas e impunidades. La basura que aleja a los seres
humanos. Nos dijeron en la cara que nos habían avisado, que no es su culpa. Que
había señales, síntomas, hechos concretos que daban cuenta de lo que somos. Que
no pretendiéramos otra cosa.
Nos volvieron a escupir, nos escribieron el
destino una y otra vez. Con lápiz, marcador e indeleble. Nos dijeron que para
ser hay que tener, y para tener hay que ser otros. Y dejar de ser los otros.
Nos dijeron que a este paso nos seguirán acribillando. Porque ese es nuestro
destino. Ser acribillados o vivir sin justicia.
Nos recordaron que somos la misma mierda de
siempre, que nunca dejamos de serlo. Nos recordaron que ni en el gobierno más
consensuado de la historia nosotros participábamos. Nos recordaron que en este
forro gobierno participan otros, unos a los que hace 9 años les gustó la
chapita progre, y supieron a quién votar. Otros creyeron que era lo mejor para
nosotros, pero no nos consultaron. Y a nosotros nos dijeron que no hay chapita
que usar. Hasta que comemos el culatazo. O el tiro en la nuca, como Matías
Bernhardt.
Y como Matías era pura basura, ahí está, sin
vida y sin justicia. Y como Luciano era pura basura, ahí está, sin aparecer y
sin justicia. Nosotros, los vivos, somos más basura.
Como los asesinos no son basura, como no son
ratas ni insectos, como no transmiten enfermedades, como no tienen mocos, como
no alejan a otros seres humanos, como no escribieron su destino (al menos no
con indeleble), como los asesinos pueden tener sin ser otros, porque los
asesinos no son los otros, como los asesinos… es que hoy los absolvieron. Estrellita
para ellos. Recordatorio para nosotros, o para los otros.
Hoy nos dijeron que no hay bandera que
aguante nuestro dolor. Que no hay piel de cuero que soporte los golpes. Que no
hay ojos que puedan llorar tanto, ni manos que puedan tantear en medio de tanta
oscuridad. No hay lugar en este siniestro mundo en el que podamos refugiarnos. No
podemos vivir, ni siquiera podemos vivir a la defensiva.
Pero nosotros bien sabemos que el indeleble
se borra con alcohol y algodón. Y si no podemos vivir a la defensiva, habrá que
salir a ofender.
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