viernes, 12 de octubre de 2012

Hay cosas de este mundo que no se pueden explicar


Empecé tres veces y borré todo. Ni sé cómo se empieza esto ¿Qué puedo decir para empezar que no sea tan profundo como el medio del texto ni como el final? Si todo lo que diga de Vane va a ser emocionante, porque ella genera eso: emociones muy adentro, encontradas, raras, fuertes, contradictorias porque a veces da tristeza pero es tan fuerte ella que también hay mucha alegría.

La tengo cerquita, la tengo de amiga y compañera pero la tengo fundamentalmente de referente para la vida, de ejemplo de todo. Y por eso tengo la oportunidad de llenarme de su luz siempre que la necesito un poquito para arrancar de nuevo (sí, ella nos da fuerza a nosotros, así son las cosas de la vida) y de decirle todo lo que siento por ella siempre que quiero. Ya se lo dije, ella lo sabe. Entonces me pareció que era bueno en su cumpleaños plasmar, para esos que saben quién es y nada más, que ella es nuestro orgullo más grande, y por qué.

Vane es de esas que te invitan a salir a luchar desde el corazón, con una paz, con una cordura muy difícil de encontrar en estos tiempos. Pero con una posición tan contundente que estremece. Estremece para bien, estremece que se tome ese trabajo. Estremece que se atreva. Estremece esa contexturita chiquitita que tiene ovarios para sentarse delante de cualquiera y cantarle las 40, las veces que haga falta. Porque es precisamente eso, es su sinceridad lo que estremece.

Pero hay otras cosas también. Porque Vane perdió un hermano, bueno, ya lo saben todos. A Vane le sacaron un hermano y, como alguna vez dijo su mamá, la peleó como una leona. Porque a Luciano nadie le iba a pasar por arriba. Y no es que me quiera poner mística ni hablar de cosas sobrenaturales, sencillamente porque no creo en eso. Pero sí creo que hay cosas de este mundo que no se pueden explicar. No se puede explicar es que seamos tan poquitos y tan chiquitos frente a tanto poder, y ese poder siga haciendo agua. Mónica tiene razón cuando dice que somos más, pero no sabemos dónde estamos. Pero hay algo más. Algo que hace que todo duela tanto y que, siempre tristeza en el medio, genere cosas tan maravillosas.

Eso quería decir, no me expliqué bien, pero bueno. Yo creo que esas cosas tan maravillosas son mérito de Vane, que –como dijo alguien (cuánta frase estoy robando)- sabe muy bien cómo convertir el dolor en acción. Pero en una acción que contagia. Que llena de ganas. Que, como decía al principio, invita.

Quienes la conocen, quienes alguna vez la vieron, la escucharon hablar saben de qué hablo. Hablo de su coraje. Y de su sincera convicción. Inquebrantable. Para esos que dicen que uno menos, les podemos decir que a Luciano lo encontramos todo el tiempo, a cada paso, a cada instante, y gracias a Vane. Lo encontramos en esos que no saben quién fue, pero son como fue él. En los que saben quién fue y cada tanto se conmueven. Lo encontramos en los que todos los días pensamos en él, y a veces hasta nos olvidamos de que ni lo conocimos. En los que lo conocieron. En su familia. En sus hermanos y en su mamá.

Pero fundamentalmente lo encontramos en los ojos de esta piba. Que tomó la difícil decisión de hacerse cargo de esta mochila. De hacerse cargo por completo, sin matices, sin grises, sin puntos medios. De hacerse cargo y contagiar las ganas de hacer. Y de hacer todo lo que su corazón le mande. Y tomó también la decisión de hacerse cargo de reflejar a su hermano en todo lugar por el que pase. De dejar un pedacito de él en cada uno de los que quiere y así multiplicarlo y multiplicarlo y multiplicarlo. Para que lo encontremos todo el tiempo. Donde sea que miremos. Lo encontramos, lo sentimos. Y ya parece mentira que hay bebés que crecen viéndolo y acariciando sus fotos, murales con su cara, sténciles con su nombre, que crecen escuchando hablar de él, pero desde un lugar tan sano que los llena de paz.

Esa es Vanesa Orieta, esa es la hermana de Luciano Arruga. Para quienes la tenemos cerca es un sol que vamos a cuidar, a proteger y a defender contra viento y marea. Vamos a cansarla, sí, a pedirle fuerza también, le vamos a preguntar una y otra vez cómo hace y ella va a responder, con esa dulzura que la caracteriza, que lo que la moviliza es la seguridad de que no le está fallando a Luciano. Y claro que no le está fallando. Si no fíjese dónde estamos.

Fíjese, si no, que yo digo –así, como quien no quiere la cosa-, con una seguridad que no he sentido nunca, que gracias a ella encontré mi lugar en el mundo. Básicamente, sé que recorrer este camino es lo más sincero y acertado que hago en esta vida, y lo que voy a hacer hasta que mi corazoncito no lata más.


Si alguien tiene alguna duda sobre quién es Vanesa hágase ver, que no tiene sangre en las venas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario