jueves, 21 de enero de 2010

Para que se lo vean.

Si a mí, Rosaura Barletta, me preguntan qué odio sobremanera, seguramente voy a pensar en muchas situaciones, pero ahora, ya, detesto profundamente la campaña mediática y social contra la juventud.

Se manifiesta haciendo mención a los jóvenes que cometen delitos (acompañado de la campaña latente por la baja de edad de imputabilidad), a las tribus urbanas, a la violencia entre adolescentes, al consumo de alcohol y drogas, la holgazanería, la adicción al paco y demás problemáticas cuya responsabilidad radica básicamente en los adultos.

Me enerva que los adultos hablen de nosotros como si fuésemos entes, personas del otro bando, otro idioma o inútiles improductivos y por sobre todas las cosas, culpables de todos los males de la humanidad.

Pero más aún que el odio generalizado de los adultos, mucho más, me enerva que los jóvenes repitan ese discurso criticando a sus propios pares, como si fueran inalienados, o eximidos de ese grupo de mogólicos en masa.

Me pregunto si en las generaciones anteriores también fue así, y tiendo a pensar que, no de la misma forma, pero sí; y entonces no puedo entender por qué los jóvenes de ayer repiten esa parafernalia imbécil si también la padecieron en su momento, y se me cruza la idea de si yo haré lo mismo.

Prometo, aquí y ahora y para siempre, teniendo en cuenta que mi generación posterior (a nivel familiar) ya comenzó con mi sobrino Luca; prometo, que en mi adultez NO voy a ser cómplice de la campaña para bajar el autoestima y las ilusiones de los jóvenes que vendrán. HE DICHO.

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