jueves, 28 de enero de 2010

Un año sin Luciano, y parece que vienen muchos más...

A veces me pregunto por qué motivo la gente se empeña en descalificar este tipo de luchas, en ignorarlas o no tomarlas enserio. Escuché muchos argumentos, demasiados y muy perversos para mi corta edad. Escuché a una mujer grande, inteligente y "culta" decir que el día que hagamos un festival por las personas que matan los chorros, tal vez venga a este. Entonces elegí no contestar, pero contesto por este medio, ¿quién cree que mató a Luciano esa persona? ¿ser policía te exime del adjetivo de "chorro"? No, inclusive, un indicio para una persona que roba, es ser policía. Porque quién se atreve a negarme que detrás de la trata de mujeres y niños para la explotación sexual, la venta de órganos, los desarmaderos y el robo de autos, las bandas de pibes que salen a robar y/o a vender droga, quién se atreve a negarme que detrás de todo eso está la policía y la complicidad del puntero político de turno, y del estado por afano. Creo que nadie.

También, el otro día, pegando carteles para la actividad del año de la desaparición de Luciano, se nos ocurrió que estaría bueno pegar uno en la estatua de una plaza; inmediatamente vino un sereno a decir que lo saquemos, que nos entendía pero que no lo dejaban. A él llegué a entenderlo, trabaja de eso, para su pesar. Pero se acercó una vieja decrépita con su nieta de aproximadamente 10 años, a mirarnos con cara de horror y a decir "saquen eso, noooo, sáquenlo, que horror", a lo que le respondí con mucha bronca "es por un chico desaparecido, SEÑORA", y la muy forra se atrevió a contestar "noo, no me importa, hay mucho lugar para pegar, de ahí sáquenlo", enojada, de vuelta "a usted no le importará, desubicada, a mí y a mucha gente más, SÍ, no sé qué parte de DE.SA.PA.RE.CI.DO no entiende", y la deficiente mental se quedó mirándome sin saber que decir, hasta que por fin escupió toda su roña: "ENSUCIA". Me quedé paralizada, si esperaba un minuto más la vieja se iba, y yo me quedaba con la boca llena de puteadas, que tendría que guardar para otro momento, pero como caminaba lento porque ya se estaba por morir, le grité de todo, y me sentí mejor.

Entonces, decía, que a lo mejor siento que la lucha me pertenece por mi corta edad, porque soy el blanco estándar de la policía (salvando que tengo para comer y para vestirme bien y una linda casa), será porque la campaña contra la inseguridad, en lugar de quedarse grabada en mi cabeza me rebota y me golpea y me hace doler, y me enerva, pero no me entra, y por cada noticia que veo/escucho la odio más y más, a lo mejor es porque soy de La Matanza también, o porque de chiquita me enseñaron que no hay que hablar con los policías. Como sea, es una lucha mía, porque veo su foto y siento que lo quiero, como me dijo Vanesa una vez "mucha gente me dice lo mismo, es que Lu era un morocho simpático, y eso se ve en las fotos", porque veo a su familia y siento que es mi familia. Y nada me va a hacer cambiar. Y me juré y lo pienso cumplir, me juré que la causa de Luciano Arruga va a ir a donde yo vaya, y en todos los lugares por los que pase voy a hacer saber qué pasó, y con todas las personas con las que hable, voy a contar su vida y su secuestro.

Sé que hay lindas anécdotas y lindos recuerdos de Luciano, sé que no me pertenecen, sé que no es relevante si era bueno, malo o adicto, pero sé también que era bueno. Conozco a sus hermanos y sus amigos, a su mamá y a su abuela, y en todos, todos, vi la misma expresión. Esa sonrisa chiquita que esconde un dolor enorme, profundo, una herida que está removida y pinchada, un dolor humillado y una vida triste. Y los recuerdos, los recuerdos traen una mueca de boca feliz y ojos tristes, muy tristes. Y eso me da ganas de estar en su piel, porque no lo merecen, porque los destruyeron, porque son una familia pobre, numerosa, con chiquitos que saben que no tienen que ser malos, y que cargan con la mochila de una lucha que tal vez jamás hubieran conocido, o no hubieran protagonizado, y sin embargo ahí están, con una década de vida luchando contra la maldita policía, huyendo de la policía, y viendo a secuestradores, a los corruptos, a los perversos asesinos de su hermano todos los días en su barrio, velando por la seguridad de sus vecinos, sus vecinos que viven cruzando la calle en enormes mansiones, y se levantan todas las mañanas sin percibir que frente a sus hermosas casas con un baño por planta, hay una villa con casillas de cartón que no tienen baño, la villa 12 de octubre.

Entonces, me vuelvo a preguntar, por qué motivo las personas ocultan esta lucha. Por qué se habla de hambre y pobreza en África, y aquí sólo se habla de inseguridad. Y me vuelve la luchadora cuando pienso en Vanesa, una mujer, una valiente, una hermana que no le falló jamás, que habla por todos, no sólo por Luciano, que pide justicia por todos y que no tiene miedo, no, no tiene miedo de las amenazas porque ella ya está jugada, porque ahora su vida es esta y no la cambia por nada. Porque aquí, en la lucha, también se conoce gente que te cuida, que te ayuda y que te da lo que tiene y más. Porque es conciente de que quedarse callada no es la solución, y mucho menos lo es deprimirse, porque sabe, y eso es lo que le da fuerza, que no le está fallando, ni a Luciano ni a nadie. Una vez me dijo "quiero tener los enemigos que tengo, y quiero tener más enemigos también". Y entonces vuelvo a decir, por qué tuvieron que marcar su destino, por qué no pudo elegirlo, por qué su vida ahora es esto.


Pero yo, que aún puedo elegir mi destino, lo digo, quiero que mi vida sea esto, esta lucha.

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