jueves, 12 de mayo de 2011

Se suman historias para los hijos y ejemplos para nosotros

El 10 de mayo, antes de mi cumpleaños y después de varios días de estar internado, falleció mi padrino. Primero decían que había sufrido un ACV, después que había sido una malformación congénita de no sé qué cosa que en algún momento se iba a despertar; uno nunca termina de entender del todo esos diagnósticos, pero lo que sí sabe es que fue repentino, y no lo esperábamos.

No sé si fui la ahijada que él esperaba, cuando pasan estas cosas nos vamos dando cuenta de lo mucho que nos hubiera gustado vernos más seguido, o tener esas charlas profundas algo menos que esporádicamente. Pero él fue mucho más que lo que se puede esperar de un padrino, porque, como le decía a su hija hace unas horas, me enseñó con el ejemplo. Diego era un católico tercermundista y así se conoció con mis viejos. Yendo a visitar a los presos, protegiendo a los más chiquitos víctimas de abuso, maltratos, explotación… víctimas. Recuerdo mis primeras charlas con él cuando se enteró que mi causa era Luciano Arruga, cuya vida encaja en muchos de esos sufrimientos, que cobró la consecuencia de no tener a un Diego por ahí, y quedó librado a su suerte por esta vida en este mundo (no es momento para razonamientos trillados y muchas veces certeros de la militancia).

Mi madrina y mi padrino me llamaron y me preguntaron qué había pasado con ese chico, y charlamos de cuán desprotegidos están otros tantos. A partir de entonces, verlos implicaba –para bien- charlar sobre eso, escuchar sus experiencias y contar las mías. Sus hijas, a quienes dejé de ver seguido hace mucho tiempo, me trajeron noticias por intermedio de Diego, y me enteré que están fundando una murga en su barrio, y cómo se notan las huellas que dejó ese hombre…

Ja, ahora me viene a la cabeza la imagen de mí chiquita y sin hablar del todo bien diciendo que Diego era “mi madrino”. Y a veces no te sale, si poner un estado, mandar un beso a la familia por mensaje, escribir un texto y publicarlo o no… elijo este medio para publicarlo porque es algo así como un poco de lo que compartí con él, y a su familia se lo contaré personalmente y nos reiremos de lo bien que lo pasábamos juntos.

Diego y Graciela (su esposa y mi madrina) adoptaron hace cosa de un año un nene –Seba- de 3 que había vivido toda su vida en un hospital, porque a los pocos meses de nacido sufrió hepatitis C, y por eso su socialización está súper atrasada, le dan un amor que pocas veces he visto en la mirada de las personas.

No mucho más para decir, se van sumando las personas de las que hablar un poco todos los días, y vamos teniendo más historias para los hijos, y más ejemplos para nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario